Hace un tiempo pude ser consciente de la línea que cruzamos cuando pasamos de ser personas compasivas a jueces de la vida de los demás: Ese preciso momento es cuando el juicio apaga nuestra esencia.
Tu esencia real, tu Ser interior o como quieras llamarlo, sale cuando ves a otras personas de manera compasiva, pero la apagas cuando los juzgas.
Es una línea delgada que se cruza rápidamente. Es tan rápida como la intuición, esos primeros segundos que vienen a tu mente o a tus emociones: eres tú. Lo que viene después es tu ego.
¿Cuánto te tardas en juzgar a otros?
Por ejemplo: cuando ves a una madre pidiendo dinero con sus hijxs en la calle en una fría mañana.
Primero sientes compasión y quieres ayudarla, le compras lo que vende o le das dinero.
Y luego viene el juicio, porque piensas…
Por qué trae a sus hijxs al frío, podría dejarlos con alguien o buscar otra forma de obtener dinero…
La juzgas, sin conocerla, sin conocer su historia.
Así es como en segundos el juicio (ego) hace que reprimas tu verdadera esencia, la que solo ve el amor y compasión sin importar las circunstancias del otro.
Empieza a escucharte más para que puedas identificar en qué momento emitiste (o pensaste) un juicio y deja que tu esencia predomine.
Ejemplos como ese tenemos muchos. Ese podría ser general, pero hay varios que hacemos casi a diario. Como cuando hablamos de un ex, una amiga, un compañero o compañera de trabajo, un jefe, a mamá o papá, etc.
Estamos llenas de prejuicios que vienen de condicionamientos o experiencias y creemos que si no los compartimos con nadie no nos afectan, pero sí lo hacen y mucho. Porque el juicio que hacemos hacia afuera lo hacemos hacia adentro.
No seas tan dura contigo misma.
Escúchate y escucha a otrxs para que empecemos a cambiar esto y sacar lo mejor de nosotras.
El mundo se cambia primero en nuestro interior ☀️