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Deudas financieras o ¿Deudas emocionales?

Deudas financieras o Deudas Emocionales - Ame Con Mística

Después de caer en un hoyo financiero por segunda vez, empecé a revisar mis creencias limitantes sobre el dinero. Porque no quiero dejar que pase una tercera vez. Y en este post quiero compartir lo que he observado sobre las deudas financieras y su relación con las emociones.

A mis 25 años me endeudé por más de lo que podía pagar, era un monto pequeño así que mis ma-padres me ayudaron a pagar. Con vergüenza y valentía, les pedí ayuda y pudieron dármela.

Estaba en una crisis existencial porque la profesión que estudié no me gustó y no sabía en qué quería trabajar, así que me costó encontrar un trabajo estable, pero con el dato de una amiga lo logré. Mis ingresos fueron creciendo hasta mis 30 años cuando me lancé a trabajar sólo con mi emprendimiento que iba bien, pero no generaba ingresos mensuales estables.

Lo anterior fue un resumen de varios años para llegar a los 31 con una nueva deuda que no podía pagar, y ahora mucho más grande.

A veces nos preguntamos: ¿Por qué los aprendizajes tienen que llegar de forma tan dura? Pero no vemos todas las oportunidades para aprender que tuvimos antes.

En este punto ya había empezado a estudiar sobre la relación con el dinero y la abundancia, así que me fui directo a profundizar en el tema. Sé que muchas personas llegan a esos temas por lo mismo, porque la pregunta que más se repite en esas charlas es ¿Cómo salgo de las deudas? La misma respuesta que yo buscaba.

Ya es tiempo de hablar abiertamente de dinero

Estar endeudada es algo que nos da vergüenza, nos mantiene con mucha preocupación y un estrés que se siente muy pesado, es algo que se vive en solitario y en silencio. No se llega a ese hoyo de un día para otro, pero nos gustaría salir de ahí lo más rápido posible y la mayoría de las veces no se puede.

No se puede no porque no sea posible, no se puede porque requiere un cambio de mentalidad, cambiar las creencias que nos hicieron llegar ahí en primer lugar.

En mi caso, lo primero que hice consciente fue que estaba repitiendo el patrón financiero de mi papá. Ver los patrones familiares es el primer paso, está explicado en el libro «Los secretos de la mente millonaria». Si no conoces tu patrón, lo vas a repetir o repeler, haciendo lo contrario a lo que viviste en tu infancia, por ejemplo si tuviste ma-padres muy ahorradores en tu adultez lo gastarás todo.

Ya hemos visto a muchos adultos millennials consintiendo a sus hijxs por todo lo que sus ma-padres no pudieron comprarles en su infancia.

Cuando nos damos cuenta del patrón que estamos repitiendo no se soluciona todo mágicamente, depende de nosotras que las cosas cambien de forma permanente. Te empiezas a dar cuenta de todas las acciones que hacías desde esas creencias y estás más atenta para no caer en ellas de nuevo.

Las emociones y el dinero

Empecé a observar las emociones que tenemos detrás del dinero. Es importante revisar los motivos por los que gastas. Muchas veces es para llenar un vacío emocional, la escasez de dinero nos puede llevar a una escasez emocional que buscamos llenar con cosas materiales o excesos.

Cuando iba a un centro comercial o a una tienda tenía que comprar algo, lo que fuera, a veces una libreta o un lápiz era suficiente para sentirme bien. Esto es lo que se llama gasto hormiga en las finanzas personales, parecen pequeños, pero cuando son muchos o empezamos a saltar a cosas más grandes se transforma en un problema. Lo complicado es que además hacemos esas compras desde una emoción, así que no son tan fáciles de eliminar.

Me hice consciente de esto ahora que ya lo sané y no lo hago más, cuando empecé a notar que podía ir a una tienda, no comprar y salir de ahí sintiéndome en paz.

Muchas veces me engañaba con que si no encontraba algo que quería comprar y ya había destinado gastar $xx me compraba otra cosa completamente innecesaria, porque lo que necesitaba era satisfacer una emoción de carencia.

Además de las emociones que vienen desde nuestro patrón financiero, está la emoción social llamada el síndrome FOMO (fear of missing out «miedo a perderse algo») es el miedo a perdernos de algo material o de experiencias. Este tipo de miedo a la exclusión social, que siempre ha existido, puede causar frustración. Con las redes sociales se ha hecho más común en el último tiempo, pero también lo usan las empresas para vender y terminamos comprando para no perdernos la oferta o antes de que se agote X producto.

Falsa seguridad

También me di cuenta que tener cupo en las tarjetas de crédito me daba una falsa sensación de seguridad, porque si en algún momento no me alcanzaban mis ingresos podía disponer de ese dinero por unos días. Esto es como el «ahorro para emergencias» que atrae emergencias para ser ocupado.

Terminé ocupando todas mis tarjetas. Cuando me hice consciente de esto las rompí, no tenía suficiente fuerza de voluntad aún para no ocuparlas cuando volviera a tenerlas disponible, así que fue la mejor decisión. Aún recuerdo mi estómago apretado cuando lo hice. Ahora no tengo ninguna, logré que no me importe, y no me interese volver a tenerlas, encontrando esa seguridad en la única persona que puede dármela: YO.

Para muchxs la línea de crédito y las tarjetas de crédito son una extensión del sueldo, ahora entiendo que esa creencia está basada en la escasez y envuelve muchas creencias limitantes.

Por eso es importante que revises tus propias creencias y te preguntes:

  • ¿Qué pienso del dinero?
  • ¿Sé administrar mi dinero, tener un presupuesto y cumplirlo?
  • ¿Qué pienso de las personas que tienen mucho dinero o que ganan más dinero que yo?
  • ¿Qué siento cuando compro?
  • ¿Qué siento cuando compro X cosa?
  • ¿Necesito esto que quiero comprar o lo que necesito es comprar algo?

Deuda Buena / Deuda Mala

En las finanzas personales se hace esta separación. Estuve enojada con las deudas por un tiempo hasta que me hice responsable, nadie me obligó a gastar de más. Y solté el significado subjetivo de bueno y malo.

En lo personal, no le recomendaría a alguien que se endeude, pero es cierto que hay algunas que sirven de inversión como los créditos hipotecarios, y sé que hay personas muy ordenadas y responsables que aprovechan los beneficios de las tarjetas de crédito sin endeudarse.

Según lo que he experimentado, mi invitación es a observar desde dónde nos endeudamos, va a ser «buena o mala» dependiendo de la emoción que generó ese gasto que se convertirá en deuda. El miedo, ansiedad, frustración, obsesión o tristeza no son buenos consejeros al momento de comprar.

El dinero se ha vuelto un tema fascinante para mí, es tiempo de que empecemos a hablar de él desde la neutralidad que tiene y sacarle todas las creencias limitantes que cada persona le ha dado. Si quieres puedes contarme ¿Cómo está tu relación con el dinero? 🙂

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